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  • En tanto que el sentido del t rmino

    2018-10-25

    En tanto que el sentido del término se fue vinculando con la posición que ocupa quien lo usa o con el deseo de ocupar una posición particular al usarlo, resultó muy rápida su adopción por los más diversos públicos. En un inicio, quienes más lo usaban eran mujeres feministas, académicas o militantes. Luego comenzó GSK212 cost ser usado por académicos y académicas que asumieron que el género era una variable necesaria de incluir y considerar en las ciencias sociales, tanto para romper la apariencia de universalidad —desde siempre tripulada por el polizonte de lo masculino— como por querer evitar ser tachado de premoderno al quedar fuera de los paradigmas de vanguardia. Igualmente usaban ya el género quienes militaban en los movimientos de lucha por y en defensa de las mujeres, y otros militantes de causas sociales que consideraban que, al hablar de género, se definía un sujeto particular y se hacía una declaración completa de principios, creencias y estrategias de acción, es decir: que se presentan a sí mismos como progresistas y sensibles a la desigualdad social. Más adelante, también comenzaron a hablar de género funcionarios, candidatos y gobernantes que habían comprendido que se trataba de una palabra que abría puertas y les daba una fachada de progresistas (además de que da acceso frecuente a bolsas de dinero para financiar acciones que promueven la equidad de género). También usan el género las mujeres que participan en política y que consideran que necesitan conmover a otras mujeres con el argumento de que serán representadas por compartir con ellas un cuerpo de mujer y, por lo tanto, de que deben elegirlas; y a otros hombres, para aprobar sistemas de cuotas y otras medidas afirmativas. También usan ese término los miembros del movimiento LGBTI, porque les permite incluir sus luchas identitarias en un marco amplio que asegure el reconocimiento y la participación en el ámbito público, en donde se debaten intereses relativos a la diferencia sexual. En otra dirección, también usan el vocablo género los sectores católicos más conservadores, quienes lo denuncian como un caballo de Troya semántico, con el que —según ellos— se pretende deslizar sentidos que amenazan sus principios y valores. Los periodistas y los medios en general lo usan para referirse a Septum todo aquello que haga referencia a los sexos, por vago que sea; igualmente lo usan las agencias oficiales de promoción y protección de las mujeres, que hacen sinónimos los términos “mujer” y “género”; y también quienes diseñan políticas públicas con orientación antidiscriminatoria, a quienes el género les resulta útil para englobar las prácticas excluyentes vinculadas con el amplio tema de la sexualidad y las identidades. En la primera década del sigloxxi el discurso académico sobre el género estableció que este término no se refería solamente a las mujeres y los varones —lo cual ya había sido documentado por el nacimiento de los estudios de la masculinidad dentro del campo de los estudios de género— y comenzó a ser utilizado en relación con la diversidad de las prácticas sexuales y opciones eróticas. La declaración de que la categoría “mujer” era solamente una de las categorías del género permitió pensar que “ser hombre” no era nada más otra categoría de género, sino que cualquier otra identidad que se derivara de prácticas o posicionamientos sexuales específicos daba lugar a identidades sexuales de género equivalentes a “ser mujer” o “ser hombre”, en tanto que cada una de ellas significaba una postura que demandaba reconocimiento identitario en relación con distintas maneras de situarse frente a la diferencia sexual que comenzaban a multiplicarse como efecto del discurso antidiscriminatorio.
    El género, la diferencia y la discriminación Partimos de que en prácticamente todas las culturas y en todos los periodos históricos es posible observar que los esfuerzos por simbolizar la diferencia sexual producen, entre otros efectos, lo que se ha definido como discriminación de género, es decir, una de las consecuencias de traducir la diferencia como aquello que engendra dos categorías básicas diferentes de seres humanos, dos identidades pretendidamente claras: quienes tienen cuerpos masculinos y quienes tienen cuerpos femeninos, a los que corresponden lugares y posibilidades diferenciadas en el mundo social. De esta primera polaridad no inocente —es decir, ya jerarquizada— se desprenden otras subcategorías en distintas posiciones en las jerarquías socioculturales.